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Peeping través de una hoja

LA OPORTUNIDAD ESTÁ EN ELLAS

Por: Lizeth J. Piza.

Ituango encuentra una salida para sus mujeres resilientes a través de los emprendimientos turísticos. Una investigación de la Facultad de Hotelería y Turismo de la Universidad Externado de Colombia.

«Corran por sus vidas, corran que vienen asesinando todo lo que encuentren», les dijo un vecino que llegaba a la vereda en la que vivían Yesenia García* y su madre. Ellas estaban sentadas en una banca cuando el hombre las alertó y salieron corriendo, dejando todo atrás. No tomaron nada, sólo se desplazaron a otra vereda con la esperanza de seguir vivas. «Duramos ocho días escondidas, llenas de dificultades y mucha hambre», explica Yesenia, quien tenía 12 años en ese momento y ha vivido toda la vida en Ituango, uno de los municipios de Antioquia más golpeados por la violencia.

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Este caso no es ajeno para los habitantes de Ituango, por años se acostumbraron al conflicto y el recuerdo de aquellos sucesos persiste a pesar de que nadie habla de ello. El silencio es el acompañamiento que tienen en el pueblo. Si asesinan a alguien, la comunidad se reúne para el entierro, «no importa si es amigo, enemigo, si le cae bien o no; allá van todos», dice Rosa Barrera*, quien ha vivido toda su vida en Ituango. Pero después del entierro, nadie habla del tema. En el municipio, las personas aprendieron a callar y su proceso de sanación parece un voto de silencio. Aunque, gracias a algunas mujeres, eso ha empezado a cambiar.

 

Hace dos años a Rosa le mataron a su marido. Él regresaba de un municipio cercano a Ituango y lo asesinaron. No se sabe con quién se encontró en el camino ni por qué lo hicieron, sólo lo mataron. Ella tuvo que recoger el cuerpo junto a su familia y se quedó sola. Tenía que ir a trabajar a la escuela que quedaba cerca al lugar del homicidio, pero sentía que no iba a poder. Ella pidió ayuda en la Secretaría de Educación del pueblo para que no la despidieran y la mujer que la atendió no la ayudó.

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— Vea profe, usted tiene dos opciones, renuncie y se va pa’ su casa o váyase a Medellín a ver quién le ayuda, pero aquí no podemos ayudarla en absolutamente nada.

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El proceso de sanación de Rosa ha sido lento y solitario. Pero ella sabe que no todas las mujeres en su pueblo han tenido que sanar solas, sino que encuentran el apoyo de la Asociación de Mujeres Ideales de Ituango (AMII). Gracias a unas pocas charlas a las que ha asistido, se enteró del proceso que adelanta la organización con las ituanguinas y, aunque no ha participado a fondo, sabe perfectamente en qué consiste. La AMII brinda apoyo a mujeres golpeadas por la violencia, maltratadas o violadas. Ellas realizan conferencias, brindan apoyo psicológico y buscan nuevas fuentes de ingreso para las mujeres del municipio. Incluso, hay «un grupo de mujeres que trabajan para hacer ropa, hacer arepas… – contaba Rosa –. Ellas buscan una luz que les muestre que hay otros caminos».

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Esta es la premisa que podría salvar a Ituango. María Luisa Galán Otero, investigadora de la Universidad Externado de Colombia, encuentra una relación entre el turismo y el empoderamiento de la mujer [ver detalles sobre investigación]. «El posconflicto abre puertas a las mujeres en ese ámbito – afirma María Luisa –. Trabajar a favor de la mujer rural colombiana puede ser una buena estrategia para construir su propio futuro y el de los territorios que lidera». En Ituango, esa es una oportunidad latente y los esfuerzos de la AMII van encaminados hacia ello. Lo que sucede es que el conflicto los frena. Por eso, muchas mujeres en vez de emprender allí deciden irse.

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Así le sucedió a Nubia Barrera, hermana de Rosa, quien decidió marcharse de Ituango a los 19 años.

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Cuando Nubia se graduó del colegio las oportunidades de estudio se reducían a trabajar de enfermera, en el campo o de profesora. Ella no quería eso, entonces se fue a Medellín a hacer un curso de confecciones y hoy tiene su microempresa. «Me gustaba crear y empecé a diseñar vestidos, hasta que logré tener mi propio negocio», cuenta Nubia.

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Por su mente ha pasado la idea de empezar un emprendimiento en su pueblo, pero sabe que es muy difícil. Son cinco horas en carretera y movilizarse hasta Ituango llevaría mucho tiempo. Quizá si logra tener su propia marca y establecer su empresa en Medellín, podría llegar a vender en el municipio. Por el momento, tiene proyectos que podrían ayudar en otros entornos.

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La posibilidad de encontrar la reconciliación social a través de la resiliencia y el esfuerzo de las mujeres es la iniciativa de la que habla la investigadora Galán. Históricamente, ellas han sido relegadas y en las zonas rurales las oportunidades han sido minimizadas, incluso así logran destacar y salir adelante. Ejemplo de ello son: Yesenia, quien superó varios desplazamientos forzado, Rosa, que tuvo que superar el asesinato de su esposo y aun así seguir dándole apoyo a los niños en la escuela, y Nubia, una mujer que no dejó de luchar por sus sueños y no olvida a su pueblo a pesar de haberse marchado. Todas representan lo que Ituango ha enseñado con tantos años de silencio: seguir adelante sin importar qué haya pasado. Lo que no saben es que en ellas hay una solución latente para mejorar su territorio natal.

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*Yesenia García: nombre cambiado a petición de la entrevistada.

*Rosa Barrera: nombre cambiado a petición de la entrevistada.

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