Pensar en unas vacaciones en San Andrés evoca el sonido del mar, la brisa, la música tropical y la temperatura elevada. Ese era el ideal de las personas antes de la emergencia sanitaria: un lugar donde podían dejar atrás las angustias, las responsabilidades y sólo enfocarse en un momento de paz. Al llegar el coronavirus, el apagón invadió la isla; los turistas se marcharon y los sanandresanos asumieron una nueva realidad que no les permite quedarse en sus casas.

 

Las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina han sido patrimonio natural de Colombia debido a su variedad cultural, sus paisajes y por su principal atractivo: el mar de los siete colores. Eso ha catalogado a la Región Insular como uno de los destinos más visitados por extranjeros y colombianos. Así, el turismo se convirtió en  la principal fuente económica del archipiélago y en la cotidianidad de la mayor parte de sus habitantes.